por: Dr. Hugo R. Ludeña
ANTECEDENTES
La conquista europea del Perú se inició en 1532, y después de casi medio siglo de castellanización y cristianización compulsiva, las autoridades españolas se dieron cuenta que los nativos andinos habían desarrollado diversas estrategias para mantener vivas sus antiguas creencias, usos, costumbres y tradiciones en la memoria colectiva
Los pobladores de los Andes organizaron mecanismos de resistencia para mantener su matriz cultural a pesar de estar sometidos a la dominación de una racionalidad cultural distinta a la suya, de modo que cuando los cronistas del siglo XVI recogieron información sobre las creencias y costumbres de los pueblos conquistados, tomaron conocimiento que una de las divinidades andinas más antiguas era el dios Kon.
Para algunos cronistas Kon fue un dios creador, feroz y volador, que habría llegado del sur, por el mar. Se le atribuye la creación del cielo, el sol, la luna, las estrellas, la tierra, los ríos y los hombres. Algunas versiones indican que no estaba materializado en el sentido de tener carne o huesos. Según otras, tenía forma humana y habría sido un personaje de aspecto temible.
En el siglo XVII todavía perduraba en la memoria popular el dios Kon, y en la tradición oral, los mitos se referían a su origen y mayor antigüedad sobre los antiguos personajes míticos. El extirpador de idolatrías Francisco de Ávila (1608), se refiere a Coniraya Viracocha, considerándolo como un Dios Creador. La versión de Ávila parece haber reunido a dos divinidades de diferentes épocas en una sola: Kon y Viracocha. El padre Luis de Teruel (1617) presenta a Pachacamac como el hijo de Kon.
Es bastante conocido que en 1925 el arqueólogo y Monseñor Dr. Pedro Eduardo Villar Córdova recogió una versión oral del mito del dios Kon en la comunidad de San Felipe de Cullhuay, cerca de Huaros, a 3,700 m.s.n.m., en el Km. 125 de la carretera a Canta, en la sierra de Lima.
Los investigadores que han analizado ese mito han llegado a conclusiones disímiles sobre la antigüedad de esa divinidad y su relación con otros personajes sobrenaturales Andinos. Para unos, Kon sería una divinidad muy antigua, relacionada con los mitos de creación. Para otros, no lo sería tanto, y estaría representado bordado en los tejidos de Paracas, como uno de los personajes voladores. También aparece en los diseños de la cultura Nasca del Período Intermedio Temprano. (200 a 600 de n. e.)
KON DURANTE EL SIGLO XIX: LA VERSION DE DON MANUEL GONZALES PRADA
Nada sabemos sobre Kon en el siglo XVIII; sin embargo, en el siglo XIX vuelve a aparecer como un personaje sobrenatural. De acuerdo al Dr. Luis Alberto Sánchez, en la biografía de Don Manuel Gonzáles Prada consta que cuando tenía 22 años vivió retirado en la hacienda Tútume de su propiedad en el valle de Mala, cerca de Lima. Allí habría compuesto su primera obra poética titulada “Baladas”. Esa obra nunca fue publicada y solamente vieron la prensa tres de esas baladas en el periódico literario “El Correo del Perú”.
Cuando tenía 35 años en 1879, durante la guerra con Chile, Gonzáles Prada se enroló en el ejército, y luchó en la batalla de Miraflores. En señal de protesta, durante la ocupación chilena se recluyó en su casa durante tres años. En 1912 fue nombrado director de la Biblioteca Nacional de Lima, y en 1918 murió sin haber revisado ni publicado su manuscrito de poemas primigenios.
Esa importante obra se mantuvo desconocida y olvidada entre los papeles de González Prada, hasta que en 1935 fue publicada la primera edición póstuma de “Baladas Peruanas” en Chile con un prólogo del Dr. Luis Alberto Sánchez, desde el destierro. Según Sánchez, “Las “Baladas” tienen un marcado acento documental. El propio autor no las retocó nunca, como si las preocupaciones sociales y cósmicas que llenaron la segunda parte de su vida, hubieran restado importancia a estos pequeños relatos. “…en estas “Baladas” hay, aparte de lo documental, verdaderas joyas de antología”.
Su biógrafo y crítico pudo percibir que “…entre las estrofas menos trabajadas, en los poemas inconclusos, hay frecuentes aciertos”. Para Sánchez, el poema a “Kon” es la leyenda poemática de la costa peruana.
De ser cierta esa afirmación, habría que investigar de dónde recogió Gonzáles Prada el mito de Kon por 1866, cuando sólo tenía 22 años, y cuales fueron las fuentes que lo inspiraron a escribir tan hermoso poema a la divinidad más antigua de los Andes. Sólo sabemos que los escribió estando en una hacienda suya ubicada el valle de Mala,
Se puede suponer, a modo de hipótesis, que los pobladores nativos de la región de Mala y Cañete desarrollaron mecanismos de resistencia que les permitieron mantener algunas de sus tradiciones y creencias a pesar de haber estado sometidos durante varios siglos a la dominación, influencia española constante, mestizaje con la población de procedencia africana y a una constante racionalidad cultural distinta a la suya.
La presencia de Kon en la poética de un escritor tan fino, sensible y cuidadoso como Gonzáles Prada va más allá de ser un hecho incidental, en una época precursora de los movimientos indigenistas. Este poema anunció, con mucha anticipación, la importancia y la prioridad que posteriormente le han dado a Kon los arqueólogos, historiadores e investigadores del patrimonio cultural inmaterial. Kon es uno de los personajes más importantes e interesantes para la arqueología y la mitología Andina.
El poema de Gonzáles Prada se basa en la supervivencia de una versión desconocida del mito de Kon existente en el siglo XIX en el valle de Mala, al parecer, más temprana que el mito recogido por Monseñor Villar Córdova en el Valle del Chillón, vinculado a la Cordillera de la Viuda.
Por su ubicación, Mala está relacionada por la sierra a una deidad tutelar ubicada en el nevado de Pariacaca y en la costa con Pachacamac.
A continuación se transcribe el poema al Dios Kon de Don Manuel Gonzáles Prada.
Ligero como las nubes, Imponente como el rayo,Desgarra el Dios incorpóreo. Las tinieblas del espacio. Viene Kon y enfrena el vuelo en estériles eriazos, Guarnecidos por los Andes,Por el mar acariciados.
Habla Kon; y las montañas, Hunden la cima en los llanos, O de las cuencas emergen La planicie y el collado. Dice: -“Desciendan los ríos”; Y en la aridez de los campos, Cien arroyos y torrentes Despliegan líquidos mantos. Dice: -“Florezcan las plantas”; Y a par que brota el banano, Da su blanco pan la yuca Y el maíz sus rubios granos. Dice: -“Aparezcan los hombres”; Y en las dulzuras de un rapto, Enamoradas parejas Van amándose y soñando.
II
Ruedan los siglos: un día Surge Kon en los espacios, Ligero como las nubes, Imponente como el rayo. “Os otorgué la existencia, Os di la paz y el regalo; Más ¿dónde se alzan mis templos? ¿Dónde están los holocaustos?” -“No sabemos ni tu nombre: ¿Le repetimos acaso?
El placer y los festines son los Dioses que adoramos”Lluvia, detente en los cielos;
Ríos, id por otros álveos; Rocas, bajad de las cumbres; Arena, invade los campos; Y tú, región maldecida, funesto nido de ingratos, vuelve a ser eternamente como fuiste en lo pasado; Dijo Kon: el terremoto montes remueve de cuajo; Y es la costa un gran cadáver con la arena por sudario.
LA VERSION DEL DIOS KON RECOGIDA POR MONSEÑOR PEDRO VILLAR CORDOVA
En 1925 el arqueólogo y Monseñor Pedro Villar Córdova recogió una versión oral del mito del “Wa- Kon y los Willka” de dos informantes ancianos de la comunidad de San Felipe de Cullhuay, apellidados Cajavilca y Carhuayali, referente al culto indígena de la Cordillera de “La Viuda”. El mito fue publicado por primera vez en la Revista del Museo Nacional en 1933.
Al parecer, tanto la versión de Kon de Don Manuel Gonzáles Prada como la de Monseñor Villar Córdova, no impactaron en los estudiosos de la cultura peruana de la época. El 18 de enero de 1935, con motivo del IV Centenario de la Fundación de Lima, el mito fue nuevamente publicado por Villar Córdova, esta vez, en su libro sobre la Arqueología del Departamento de Lima, donde dio cuenta de la gran cantidad y del buen estado de conservación de las huacas de Lima Metropolitana.
El era natural de Canta, párroco de Ancón, catedrático de Arqueología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) y Canónigo del Venerable Cabildo Metropolitano de la Catedral de Lima. En 1966 dictaba un curso de arqueología en la UNMSM y tuve la oportunidad de conversar extensamente con él sobre los monumentos arqueológicos de Lima. Por esos años estaba en construcción el edificio comercial de la casa Klinge, en la acera lateral de la catedral con frente a la calle judíos y, según su opinión, los obreros extraían de las bases de la antigua edificación pequeños adobes paralelepípedos parecidos a los de la Huaca Arámburu.
Al referirse a los monumentos arqueológicos del Valle del Chillón, en su libro de 1935 Monseñor Villar Córdova mencionó la existencia de una gran huaca denominada Kon Kon en un sector ubicado en el valle, cerca del río, a la altura del Km. 22 de la carretera a Canta. También mencionó un lugar, entre la carretera y el río, denominado “El vado de Kon Kon” donde en 1975 todavía existían construcciones de barro y un antiguo canal de riego que se denominaba el Canal de Kon Kon.Después de más de treinta años de la publicación de monseñor Villar Córdova, el mito de Kon y los lugares con esa toponimia fueron olvidados en la literatura y en los trabajos de arqueología e historia. En 1973 fueron mencionados en mi tesis de Bachiller presentada en la UNMSM titulada “Huacoy: un sitio Formativo en el Valle del Chillón” y después en 1975 en mi tesis doctoral. En los últimos 35 años, nuevamente el mito del dios Kon y las huacas con ese nombre ubicadas en otros valles han despertado el interés de los investigadores de arqueología e historia.
Hay una versión tardía de la leyenda del origen de la Cordillera de la Viuda en la cual se indica que, la viuda del dios Pachacámac, llamada Pachamama después de una larga caminata por la cuenca del río Chillón llegó hasta el río Cullhuay donde se encontró con el maligno dios wa-Kón. Los animales del mito, en complicidad con el dios Sol, rescataron a los Willka, hijos gemelos de Pachamama y fueron llevados a la laguna de Chuchún donde prepararon una trampa al wa-Kon para que caiga en la laguna, quien a medida que iba desapareciendo, arrojaba el cuerpo de la viuda Pachamama al nevado que es la naciente del río de Quivi o Chillón.
A continuación se transcribe el mito “Wa- Kon y los Willka”.
EL WA-KON Y LOS WILKA
Recopilado por Monseñor Pedro Villar Córdova
El Dios del Cielo «Pacha Kamac», esposo de la diosa de la tierra «Pacha Mama», engendró dos hijos gemelos, varón y mujer, llamados «Willcas». El dios «Pacha Kamac» murió ahogado en el mar de Lurín y se encantó en una isla; por este hecho quedó viuda la diosa «Pacha Mama» y sufrió con sus dos hijitos muchas penalidades. Era una noche interminable cuando la viuda salió de Kappur por las fragosidades de «Gasgachin» de la quebrada de «Arma» y descansó al pie de la roca de «Pumaquihuay». Sobre las altas cumbres acechaban monstruos horrendos; los felinos hambrientos rugían en el fondo de la quebrada. Llenos de terror, los «Willcas» lloraban inconsolablemente. La luz coruscante de una llama muy leve sobre un lejano picacho llenó de esperanza a la atribulada madre de los mellizos. Después de beber en la laguna de «Rihuacocha», la viuda y sus hijitos, continuaron su viaje hacia el sitio donde brillaba la luz.
Los «Willcas» no sabían que su padre «Pacha Kamac» había muerto, y dijeron a su madre: « ¡Vamos pronto al sitio donde arde la leña y allí encontraremos a nuestro padre!».
La caverna de «Wakonpahuain» del cerro «Reponge» era el sitio donde ardía una hoguera: allí vivía un hombre semidesnudo, llamado «Wa-Kón»
–¡Pasad! le dijo, y sentaos sobre este «tuto» mientras yo cocino. El «tuto» era un tejido de crin vegetal que todavía conservaba las espinitas. Los niños se hallaban incómodos sobre este asiento. El «Wa-Kón» sancochaba patatas en una olla de piedra; y dirigiéndose a los mellizos les dice: «Id al puquio y traedme agua en ese cántaro». Los niños obedecieron; pero la vasija que llevaron a la fuente estaba rajada, y por esta causa los mellizos tardaron mucho en regresar a la caverna.Mientras los «Willcas» se demoraban en la fuente, el antropófago «Wa-Kón» quiso seducir a la madre de los mellizos; más no pudiendo efectuar su intento, devoró a la diosa «Pacha Mama», quien pagó con la muerte su gran fidelidad al dios de los cielos, «Pacha Kamac». El maligno Wa-Kón se nutrió de la carne y de la sangre codiciada de la madre de los mellizos y guardó una parte de su cuerpo sacrificado en una olla muy grande.
Cuando los mellizos llegaron del manantial, se dirigieron a «Wa-Kón» y preguntaron por su madre. Wa-Kón les contestó: «Muy lejos de este sitio ha ido vuestra madre; pero, llegará muy pronto ella.» Más los días pasaban interminables y la madre de los «Willcas» no llegaba. Los niños lloraban amargamente la ausencia de su madre.
El Huay-chau, el ave que anuncia la salida del sol, que canta armoniosamente durante la aurora matutina, o tiene un graznido agorero como las «lechuzas», anuncia la muerte de alguna persona; compadecido de la desgracia de los «Willcas» les comunicó detalladamente la muerte de su madre y les anunció el peligro que ellos corrían en la compañía del sanguinario «Wa-Kón». Luego de referir a los niños el episodio de la muerte de la diosa «Pacha Mama», el pajarillo «Huay-chau» les dio un consejo: «Id, les dice, fuera de la Caverna de «Yagamachay» y debajo de una huanca (que era una piedra muy larga), se halla el «Wa-Kón» durmiendo. Atadlo con su abundante cabellera hacia la piedra mientras está dormido y luego huid de este sitio; porque, si el «Wa-Kón» se da cuenta de lo que vosotros le habéis hecho, os matará». Los niños obedecieron este mandato, y mientras el «Wa-Kón» dormía atado a la piedra con sus propios cabellos, echáronse a correr vertiginosamente. En esta desesperada peregrinación encontráronse los «Willcas» con el Añas [mofeta], la madre de los «zorrillos», la cual les dijo: ¿Por qué emprendéis la carrera, quién os persigue?…Los «Willcas» contaron a la madre de los zorrillos la tragedia de la viuda. El Añas, al igual que su compañero de la mañana, el «Huay-chau», se compadeció de los infortunados huerfanitos y los adoptó como a nietos, escondiéndolos en su madriguera.
Por fin, se despertó el «Wa-Kón» de su profundo letargo y, después de libertarse con dificultad de su prisión, buscó a los «Willcas» por todas partes. En su viaje de investigación el genio maligno encontró a varios animales del campo y conversó con las aves del cielo: preguntó al Puma, al Cóndor y al Amaru [serpiente] si habían visto a los «Willcas». Pero estos animales no le dieron respuesta satisfactoria. Por último, encontró a la astuta madre de los Añacos y le preguntó si había visto a los Willcas». El Añas contestóle: «Sí, los he visto que han seguido por ese camino; si tú quieres encontrarlos con mayor rapidez, sube sobre esa cumbre y entona una canción, fingiendo la voz de la madre de los «Willcas».
Al eco de esa voz acudirán presurosos lo mellizos…». El «Wa-Kón» subió al cerro sin comprender que allí, la «Zorrillo» había puesto una trampa: comenzó a entonar la canción convenida con débil y angustiosa voz llamando a los «Willcas» como madre cariñosa; y, al fin, puso el pie sobre la piedra fatal de la trampa y rodó al abismo. Su muerte fue seguida de un espantoso terremoto. Libres los niños de su cruel perseguidor y asesino de su madre, vivían muy felices en compañía de su abuela adoptiva, el Añas, que les alimentaba con su propia sangre. Pero los «Willcas» hastiados de la sangre que era su único alimento, suplicaron a su abuelita que les dejara ir al campo a «Shanar», o sea, a sacar las papas que habían quedado ocultas en la tierra al hacer la cosecha. La abuelita Añas les concedió permiso para ello; y cuando se entretenían en su labor, encontraron una oca muy dulce que por su forma de muñeca les llamó la atención. Los «Willcas» se pusieron a jugar con la oca, la que se rompió en varios pedazos y, no teniendo un juguete semejante, prorrumpieron en llanto. Cansados de llorar se quedaron dormidos; cuando despertó la niña contó a su hermanito lo siguiente: «Estábamos jugando, dijo, y yo arrojaba un sombrero al cielo donde se quedaba; aventaba mis vestidos y allí se quedaban. ¿Que significará todo esto?»…Los «Willcas» estaban pensativos, cuando, de improviso descendió del Cielo una soga, y el Añas les aconsejó que por allí treparan…Subieron todo juntos al Empíreo, donde el gran dios Pacha Kamac les esperaba.El «Willca» varón se transformó en el Sol, y el «Willca» mujer, en la Luna. Pero, la vida de peregrinación que llevaron en la Tierra nunca terminó. El Sol seguirá su viaje astral, enviando su luz en el día, y la Luna, durante la noche, caminará iluminando el sendero que les tocó seguir acompañados de su infortunada madre viuda… La diosa «Pacha-Mama» se quedó encantada en aquel cerro cubierto de nieves perpetuas, como un blanco sudario, que hasta ahora recibe el nombre de «La viuda». La divinidad suprema «Pachacamaq», queriendo premiar la fidelidad de esta diosa que con sus hijitos sufrieron tanto, comunicó a la diosa «Pacha-Mama» la facultad generadora…
Desde la cumbre del picacho de «la Viuda» la diosa «Pacha-Mama» envía sus favores a todos los habitantes de esta región, por ella, el dios del cielo envía las lluvias, fertilizando la tierra hace que broten las plantas y haya muchas mieses; por ella, los animales nacen y crecen para servir de sustento al hombre; ella es la madre de los mellizos en las especies del hombre y de los otros animales.
La divinidad suprema «Pacha Kamac», también, premió al Añas haciendo que este animalito pudiera esconder a sus hijitos en su madriguera, de la misma manera como había protegido a los «Willcas» durante su estadía sobre la Tierra. Premió al Puma, haciéndole el rey de las quebradas y de los bosques, al Cóndor, como señor de las alturas, a la Víbora, haciendo que esta serpiente pudiera defenderse de sus enemigos por medio de su ponzoña y fuera el símbolo de la fecundidad y de la riqueza.
Con el reinado de los «Willcas» transformados en los semidioses el Sol y la Luna, triunfó la Luz y fue vencido para siempre el dios de la noche, el Wa-Kón, vengándose de esta manera la muerte de la diosa «Pacha-Mama», llamada por antonomasia, «La Viuda» DISCUSION
Según la Dra. María Rostworowski, el dios Kon estaría representado como un dios volador con el rostro cubierto con una máscara, como aparece en los diseños de la alfarería y los tejidos de las culturas de Paracas y Nasca. Los mitos también indican que era un personaje feroz, que practicaba el canibalismo ritual.
Sin embargo, la arqueología nos indica que las representaciones en las culturas Paracas y Nasca esas serían bastante tardías, si se tiene en cuenta que en la iconografía de culturas más antiguas hay otros diseños de personajes sobrenaturales de la mitología Andina. El problema está en determinar cuales corresponden a los personajes mencionados en los mitos andinos.
Si los mitos y tradiciones de diversas regiones de los Andes se refieren al Wa-Kon como una divinidad muy antigua e intimidante, habría que preguntar ¿qué nos dice la arqueología al respecto? Durante el Período Precerámico existen muy pocas representaciones figurativas que puedan vincularse a los personajes mitológicos de su tiempo.
En el mate de Huaca Prieta está claramente diseñado un rostro con rasgos geométricos, mientras que en los tejidos las figuras son de un águila, un reptil y un crustáceo, primando los diseños geométricos y escalonados, tanto en los tejidos como en la arquitectura. En otros sitios hay figuras ovaladas. En los sitios considerados más antiguos como El Paraíso en el Valle del Chillón y en Caral en el valle de Supe el alarde en las artes visuales fue fundamentalmente arquitectónico.
Es a partir del Precerámico Tardío en el Valle del Chillón en el conjunto arqueológico de Buenavista donde por primera vez se puede encontrar claramente las representaciones iconográficas de personajes míticos de la época.
Los personajes representados en las esculturas de Sechín son evidentemente humanos y aunque se trata de representaciones de guerreros, de vencedores y vencidos, no tienen los rasgos intimidantes que posteriormente serán tan frecuentes en la iconografía del Período Formativo: las esculturas del Lanzón de Chavín, y sus representaciones de la divinidad de los báculos, “The staff god”. Existen evidencias de varios personajes sagrados con rasgos feroces y atemorizantes durante el Período Formativo.
El personaje representado en la escultura en barro de Buenavista parece una gran máscara, y aunque es impresionante, no es tan intimidante como los personajes que después aparecieron durante el Período Formativo.
Lo más interesante y enigmático de la escultura de Buenavista es que el personaje central está flanqueado por dos personajes míticos gemelos, al parecer dos zorros. Pero, aunque sus cuerpos están orientados hacia la figura del personaje central, tienen el rostro volteado en un gesto ritual de evitación.
Para este autor, esas dos figuras idénticas parecen ser una temprana representación de los Willkas, los gemelos del mito del Wa-Kon, y la figura central podría ser una imagen simbólica de la madre de los dos Willkas: La diosa viuda del Dios Pachacámac, llamada Pachamama. Esta huaca del valle del Chillón está ubicada en la ruta que según un mito siguió esa divinidad cuando se dirigía a las alturas del valle.
Quizá no en vano, esa escultura está a muy poca distancia de la huaca de Kon-Kon (hoy
Huacoy), de las huacas de Punchauca y de Chocas, donde existe junto al río otro conjunto en forma de U al parecer más antiguo que Huacoy.
En el Valle del Rímac también existió una famosa huaca a la Pacha Mama, en la confluencia del Rio Rimac y del río Mama (Santa Eulalia) donde, debido a su importancia el extirpador de idolatrías Francisco de Ávila reunió a los curacas de Lima y pronunció su arenga contra el culto a Pariacaca y Chaupinamoc.
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